¿Alguna vez viste llover desde el piso en dirección al cielo?
Yo aún no lo he visto, pero ya no me sorprendería, por que en el lugar
donde estoy pasa lo imposible, lo increíble y lo poco probable sucede en mi país,
lo que nunca creímos que pasaría, lo que hasta el más pesimista nunca pudo
pensar.
Y es que cuando se vive en Venezuela, tienes que estar atento a que
cualquier cosa puede pasar, y lo escribo de manera literal, nunca pensé que
las cosas más básicas en este país se convertirían en una odisea obtenerlas, y
lo más triste es que nos reímos de ello y lo celebramos. hace unos días atrás
fui a una farmacia a comprar pañales para mi hijo y para ello hice una cola de
una hora, lo peor de todo es que salí con un aire de victoria del lugar, me sentí
como aquel cazador cavernícola cuando lograba encontrar una presa para comer.
Y es que en Venezuela nunca hubo una revolución, ya tampoco hay evolución,
ni progreso, aquí lo que reina es la involución y el retroceso.
Llegará el día en que ya no hagamos colas, pero por que no hay nada, el
dinero no te servirá de nada porque no podrás hacer nada con él, podrás jugar
monopolio, pero no podrás comprar pan, porque sencillamente no habrá. ¿Creen
que exagero? ¿Alguien pensó que lo que estamos viviendo sería posible? ¿Alguien
pensó que la moneda estaría tan devaluada que ni el billete de más alta denominación
en el país no alcanzaría para nada?
¿Alguien cree que es normal ver un camión de gasolina quemándose frente a
su casa? y que horas después un amigo te diga: "bueno ya la cosa
esta tranquila", aunque no hay ni luz ni agua, por que el incendio quemo
las líneas eléctricas... pero una vez más, veremos cómo resolvemos, total ya
estamos acostumbrados...
La verdad, si, lamentablemente como sociedad estamos acostumbrados a
ser ciudadanos de tercera clase, estamos acostumbrados a que nos traten mal,
somos como perros callejeros, que se conforman con las sobras y si algo
medio funciona bien lo celebramos.
Lo normal es que por la tubería no salga agua y que el agua esté en un tobo
en el piso de la ducha, la regadera se usa para llenar el tobo y no
para bañarse.
Al reflexionar sobre donde hemos llegado como país no puedo
evitar el recordar el siguiente párrafo de Garcia Marquez:
"«Y mientras tanto qué comemos», preguntó, y agarró
al coronel por el cuello de franela.
Lo sacudió con energía.
-Dime, ¿qué comemos?
El coronel necesitó setenta y cinco años -los setenta y
cinco años de su vida, minuto a minuto- para llegar a ese instante. Se sintió
puro, explícito, invencible, en el
Momento de responder:
-Mierda.
París, enero de 1957"
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